‘En todo proceso de cambiar es esencial entender que no vemos las cosas como son sino como somos, que cada observador cambia lo observado y que conforme cambiamos nuestras creencias transformamos nuestra vida y nuestro mundo’.




viernes, 25 de septiembre de 2015

Nelson Mandela, el líder que inspiró al mundo


¿Amor o miedo?



El amor y el miedo son nuestras dos emociones básicas y se relacionan con las funciones de crecimiento y de protección en cualquier ser. 

El mecanismo de protección conocido también como mecanismo de defensa o de supervivencia nos pone en alerta ante situaciones que percibimos como amenazas, peligros o cambios.

El mecanismo de crecimiento nos impulsa a desarrollarnos, a expandirnos, a ser creativos, a buscar oportunidades, soluciones, a disfrutar y a gozar la vida.

El miedo nos paraliza y nos impide actuar. Este surge cuando nos sentimos amenazados y vulnerables frente a los desafíos y a las dificultades, y es por la emoción del que terminamos respondiendo con nuestro mecanismo de protección luchando o escapando para protegernos o defendernos.

Cuando luchamos buscamos imponer, controlar, manipular, criticar, discutir, pelear, golpear, amenazar, competir, culpar, etcétera.
Cuando huimos terminamos evadiendo, nos escondemos, postergamos, no confrontamos, o nos paralizamos y no sabemos qué hacer.

El miedo se asocia a otras emociones como rabia, deseo de venganza, celos, angustia, tristeza, depresión.

Por el contrario cuando  actuamos desde el amor estamos en estado de expansión y de crecimiento. Los desafíos y las dificultades se tornan como oportunidades para comprender, perdonar, explorar, ser creativos, buscar compromisos, acuerdos. Cuando actuamos desde el amor, comprendemos, aceptamos y acogemos que cada cual tiene sus diferencias en ideas, necesidades, preferencias, gustos y comportamientos. Desde el amor no hay lugar a la imposición, al control o la manipulación, apreciamos las diferencias y buscamos puntos de encuentro. 



El amor se asocia a emociones como el sentir respeto, valoración, aprecio, confianza; el deseo de apoyar, colaborar, servir…. 


Nos han hecho creer que debemos procurar amor y luchar o combatir el miedo, pero la lucha solo provoca que el miedo este más presente. Esa fue mi experiencia durante muchos años, hasta que comprendí que aquello que resistimos persiste.

Cuando luchamos contra el miedo, lo negamos, o lo ignoramos, él se impregna en cada célula de nuestro cuerpo y termina afectando nuestro sistema natural de sanarnos e inevitablemente enfermamos.

No se trata de que sea el amor la emoción válida, a veces están presentes las dos. Lo que se vuelve esencial es estar en conciencia de ello, poderlo ver, observarlo, reconocerlo y aceptarlo.

Hay una experiencia personal que deseo compartir por lo reveladora que fue para mí. Por muchos años trabajé muy duro por sacarme los miedos, y al final ellos siempre estaban presente. En una oportunidad tuve una secuencia de sueños que terminó cuando fui capaz de amar mis miedos.



Durante tres sueños fui perseguida por presencias oscuras y malignas que no podía ver, solo sentir. Eran fuertes, me daban mucho miedo, las sentía como grandes tentáculos que me querían atrapar.


En cada sueño valerosamente luché contra esas presencias y terminé vencedora. Pero solo para darme cuenta que en el siguiente sueño se hacían más fuertes. En mi cuarto sueño, libré la batalla más dura, pero las presencias no se rendían,…de pronto supe que esas presencias -que solo podía sentir-, eran mis propios miedos, los mismos con los que había luchado por tanto tiempo,… recordé que el amor es la fuerza más grande que existe, y recordé también que mis miedos estaban ahí para ser amados por mí, para ser reconocidos y aceptados. 

Eso fue lo que hice en el sueño, comencé a reconocer esas presencias, comencé a decirles que las acogía, que las amaba. Fue un proceso que duró un buen tiempo. …Cuando pude sentir amor por ellas, dejaron de atacarme, me soltaron, se relajaron y fluyeron… No volví a tener más sueños como éste. Los miedos aun me visitan pero ahora en lugar de luchar contra ellos, los observo, los acojo, y camino a través de ellos, o más bien ellos pasan a través mío y así se transforman.


Cuando el miedo se haga presente en tu vida o en tus relaciones mediante la rabia, la culpa, la tristeza, o el no saber qué hacer, no lo ignores, no lo rechaces, él está ahí para ser aceptado y amado,…eso es lo que el amor hace; ama, es bondadoso y acepta lo que parece inaceptable.

Cuando tú eres el amor, permites que el miedo se exprese y al permitir su expresión la emoción del miedo con cualquiera de sus caras pasa, fluye, se libera y se transforma.


Cuando el amor está presente en ti amando lo que eres con tus luces y oscuridades, entonces el amor puede estar presente en todo,… en tu tus relaciones, el tus proyectos, en tus negocios, en toda tu vida.

Después de escribir este artículo la sincronía me hizo un guiño, vi un vídeo de Neale Donald Walsch hablando sobre el miedo, disfrútalo aquí.


María Victoria.

Sígueme en Facebook

lunes, 7 de septiembre de 2015

Volver todo a mi favor



La vida es un contante fluir de contrastes …unas veces reímos y estamos felices, otras veces lloramos y estamos tristes; a veces las cosas salen como esperamos, otras no.

Lo cierto es que en cualquier momento cualquier cosa puede pasar. Y abrirnos a esta certeza es abrazar y aceptar lo que es como es en lugar de resistirnos a ello. Lo desconocido, los cambios, las fluctuaciones, los altibajos y lo inesperado, forman parte de la vida. Los contrastes nos ayudan a saber lo que queremos.

Es nuestra manera de percibir la que determina lo percibido, en otras palabras, según como miramos algo, así es. Si consideramos que alguien nos ha dañado, nos vemos como víctima. Si creemos que somos malos, nos vemos como tal. Si nos vemos como un co-creador y un co-participe de nuestras experiencias, eso es lo que somos. Si percibimos cada acontecimiento de nuestra vida como un regalo, veremos bendiciones. Si por el contrario consideramos los acontecimientos como tragedias, estaremos invadidos por el dolor y la tristeza.  

Estar dispuestos a integrar todo lo que nos sucede incluyendo lo no esperado es volverlo a favor nuestro. Cuando así lo hacemos, lo experimentado es una bella oportunidad para descubrir, comprender, aprender, desaprender, perdonar, amar y/o crecer. De lo contrario estaremos en pelea y anclados a experiencias que no queremos. 

Lo que resistimos persiste, lo que agradecemos nos eleva. Cuando agradecemos las experiencias y confiamos que el resultado obtenido es para nuestro máximo bienestar, avanzamos a nuestro siguiente nivel, porque de hecho cada acontecimiento que nos pasa es lo perfecto para movernos hacia un nivel más elevado de ser. 

Sin importar cuanto planees o cuán seguro estés de algo, te animo a darle la bienvenida a todo lo que te suceda y a reconocer que si sucede, cumple con un profundo propósito, -aunque en un principio no lo comprendas-. De esta manera cada experiencia la vuelves a tu favor y a favor de aquellos involucrados.  Nada sucede sin darte la oportunidad de producir un beneficio para ti.

Mis
mejores deseos,

María Victoria 

Sígueme en Facebook

jueves, 3 de septiembre de 2015

No te ates


¿Qué hace falta para despertarse? No hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho. Sólo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.
El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa y el que piensa como católico, tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología. Tú eres un esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensado por una idea. El profeta no se deja llevar por ninguna ideología, y por ello es tan mal recibido. El profeta es el pionero, que se atreve a elevarse por encima de los esquemas, abriendo camino.
La Buena nueva fue rechazada porque no querían la liberación personal, sino un caudillo que los guiase. Tememos el riesgo de volar por nosotros mismos. Tenemos miedo a la libertad, a la soledad, y preferimos ser esclavos de unos esquemas. Nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos quejamos de no ser libres. ¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente de tus cadenas?
Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justificación es el amor. ¿Qué amor? La realidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor adulterado y raquítico que sólo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad. Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás, aunque sean nuestros esposos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo.
Lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad.
Tomado del libro “Autoliberación interior” de Tony de Mello

Cuando uno se dispone a asumir su propia vida, lo primero que surge son retos y desafíos relacionados con amarse y aceptarse uno exactamente como es y elegir ser libre para ser y hacer lo que uno quiere.

Nos educaron para pensar primero en los demás como un valor de alta estima, tanto que cuando alguien elige pensar primero en sí mismo es severamente criticado. En ocasiones somos nosotros quienes censuramos a quienes amamos creyendo que ellos deben hacer por nosotros y nuestro bienestar, antes que por ellos. 

Las dinámicas de atarnos y de depender o controlar nace de la sensación de estar incompletos y del deseo de completarnos en algo o en alguien, -pero esto nunca funciona-, por el contrario termina generando frustración, ansiedad, tensión, desgaste, e incluso puede llegar a producir una profunda herida que dura hasta el día que cada cual elige despertar y completarse en su propio ser. En ese momento se sueltan las ataduras, se pasa del sufrimiento al auto descubrimiento, y comienza la expansión en gozo.


Deseo que te ames y aceptes exactamente como eres, y que en libertad elijas ser y hacer lo que quieras.

María Victoria 

Te puede interesar Permiso para ser uno mismo 

Sígueme en Facebook

Todo lo llevas dentro de ti




Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada del pueblo.

Un día, un joven se le acercó y le preguntó:
- Yo nunca he venido por estos lugares... ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?

El anciano le respondió con otra pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?

- Egoístas y malvados. Por eso me he sentido contento de haber salido de allá.

- Así son los habitantes de esta ciudad, le respondió el anciano.

Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:

- Estoy llegando a este lugar. ¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?

El anciano, de nuevo, le contestó con la misma pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de dónde vienes?


- Eran buenos, generosos, hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.

- También los habitantes de esta ciudad son así, respondió el anciano.


Un hombre que había llevado a sus animales a tomar agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano:

- ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta hecha por dos personas?

- Mira, le respondió, cada uno lleva el universo en su corazón. Quién no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad encontrará también aquí amigos leales y fieles porque las personas son lo que encuentran en sí mismas. Encuentran siempre lo que esperan encontrar.



Todo lo que necesitas lo llevas dentro de ti. Simplemente déjalo salir.

Feliz día
María Victoria

Sígueme en Facebook

Permiso para ser uno mismo






Darse permiso de ser uno mismo es esencial para en libertad tomar responsabilidad por la propia vida desde un nivel auto valoración y auto aceptación.



Vivimos en un mundo que pide a los hombres y a las mujeres ser exitosos por sobre todas las cosas, y poco permite a las personas ser quienes son, esta presión y el peso de sostener mascaras para ser aceptados, termina siendo una tremenda carga al punto de que muchas personas niegan sus aspectos, convirtiéndose estos en grandes sombras que afectan la vida, la salud y la relación con los seres más cercanos.

Carl Rogers (1902-1987) reconocido psicólogo americano, en su libro EL PROCESO DE CONVERTIRSE EN PERSONA describe lo que es darse permiso de ser uno mismo. A continuación trascribo algunos apartes que encontré de gran ilustración al respecto.





“Podría iniciar esta serie de enseñanzas significativas con un enunciado negativo. En mi relación con las personas he aprendido que, en definitiva, no me resulta beneficioso comportarme como si yo fuera distinto de lo que soy: mostrarme tranquilo y satisfecho cuando en realidad estoy enojado y descontento; aparentar que conozco las respuestas cuando en verdad las ignoro; ser cariñoso mientras me siento hostil; manifestarme aplomado cuando en verdad siento temor e inseguridad. He descubierto que esto es cierto aun en los niveles más simples. No me ayuda aparentar bienestar cuando me siento enfermo.


Lo que quiero decir es, en otras palabras, que en mis relaciones con la gente he podido comprobar que no es útil tratar de aparentar, ni actuar exteriormente de cierta manera cuando en lo profundo de mí mismo siento algo muy diferente. Nada de esto me ayuda a lograr relaciones positivas con individuos. Quisiera aclarar que, a pesar de haber aprendido esto, no siempre he podido aprovechar esta enseñanza de modo adecuado. En realidad, pienso que la mayoría de los errores que cometo en mis relaciones personales –es decir, la mayor parte de los casos en que no logro ser útil a otros individuos- pueden explicarse por el hecho de que, a causa de una actitud defensiva, me comporto de una manera superficial y opuesta a mis verdaderos sentimientos. 


La segunda enseñanza puede expresarse en los siguientes términos: Soy más eficaz cuando puedo escucharme con tolerancia y ser yo mismo. Con el transcurso de los años he adquirido una mayor capacidad de autoobservación que me permite saber con más exactitud que antes lo que siento en cada momento: puedo reconocer que estoy enojado o que experimento rechazo hacia esta persona, que siento calidez y afecto hacia este individuo, que estoy aburrido y no me interesa lo que está pasando, que estoy ansioso por comprender a este individuo o que mi relación con determinada persona me produce ansiedad y temor. Todas estas actitudes son sentimientos que creo poder identificar en mí mismo. En otras palabras, creo que soy más capaz de permitirme ser lo que soy. Me resulta más fácil aceptarme como un individuo decididamente imperfecto, que no siempre actúa como yo quisiera.

Quizás este punto de vista pueda resultar bastante extraño para algunas personas. Sin embargo, lo considero valioso a causa de que, paradójicamente, cuando me acepto como soy, puedo modificarme. Creo que he aprendido esto de mis pacientes, así como de mi propia experiencia: no podemos cambiar, no podemos dejar de ser lo que somos, en tanto no nos aceptemos tal como somos. Una vez que nos aceptamos, el cambio parece llegar casi sin que se lo advierta.

me resulta útil permitirme ser yo mismo en mis actitudes; conocer el límite de mi resistencia o mi tolerancia, saber cuándo deseo moldear o manejar a la gente, y aceptarlo como un hecho en mí mismo. Me gustaría poder aceptar estos sentimientos con la misma facilidad con que acepto los de interés, calidez, tolerancia, amabilidad y comprensión, que también constituyen una parte muy real de mí mismo. Solo cuando acepto todas estas actitudes como un hecho, como una parte de mí, mi relación con la otra persona llega a ser lo que es y puede crecer y cambiar más fácilmente.


Es inspirador ver cómo este reconocido terapeuta habla desde su propio ser sobre lo que significa darse permiso para ser el mismo.

Darnos permiso para ser quienes somos con nuestras luces y nuestras sombras, con nuestras fortalezas y debilidades, es esencial para estar a cargo de nuestra vida. Cuando reconocemos nuestras debilidades, podemos cambiarlas. El mismo Carl Rogers lo decía, “La curiosa paradoja es que cuando me acepto exactamente como soy, entonces puedo cambiar”. 


‘Aceptarse uno exactamente como es’ implica observarse, observar los propios pensamientos, las intenciones, las emociones, las acciones y observar el impacto que generamos con ellos. Aceptarse uno mismo implica ‘Ser Consciente’



Mis mejores deseos,
María Victoria

Hay una película documental interesante: “EL EFECTO SOMBRA” (The ShadowEffect), de Debbie Ford, en la que varios expertos de diversas disciplinas hablan sobre el efecto que causa en nuestras vidas y en la vida de otros el no reconocer nuestras propias sombras.
Puedes ver el Tráiler del Efecto sombra aquí.

Sígueme en Facebook

¿A qué le das más valor, a lo que crees de ti mismo o a lo que otros creen de ti?




"Había una joven que sentía pasión por la danza y practicaba sin cesar, soñando con que un día se convertiría en una gran profesional. Cada día anhelaba tener la oportunidad de mostrar su habilidad ante alguien que pudiera cambiar su destino.


Un día se enteró de que el joven director del prestigioso ballet de un país de larga tradición en este arte se encontraba en su ciudad, en busca de nuevos talentos. La joven se apuntó con enorme ilusión y, llena de entusiasmo, dio varios pasos de baile en su presencia. 

Cuando terminó, le preguntó al director del ballet:
- ¿Qué le ha parecido? ¿Cree que tengo talento para convertirme en una estrella de la danza?
 El director la miró a los ojos y le dijo:
- Lo siento, tú no tienes ningún talento para la danza.

La joven se alejó llorando y tiró sus zapatillas de baile a un cubo de basura en su camino de vuelta a casa.

Los años pasaron y aquella mujer aceptó un trabajo sencillo para poder sobrevivir. Se casó y tuvo dos hijos.

Un día, leyó en el periódico que aquel director que ella conoció años atrás había llegado con su prestigioso ballet para dar una función en su ciudad. Ella acudió entusiasmada y se emocionó al ver la belleza y elegancia con la que se movían las bailarinas. Al finalizar la función, y gracias a que conocía a uno de los empleados que trabajaba en el teatro, pudo acercarse a saludar al director.

- Buenas noches, usted no se acordará de mí, pero hace muchos años vino usted a esta misma ciudad en busca de jóvenes talentos.
- Si, me acuerdo perfectamente - contestó el director.
- Yo quería ser una gran bailarina, pero renuncié a mi sueño porque usted me dijo que no tenía talento.
- Si, eso se lo digo a todos.
- ¡Cómo que se lo dice a todos! Yo renuncié a mi carrera de bailarina porque creí lo que me decía.
- Naturalmente - replicó el director -, la experiencia me dice que al final los que triunfan son los que dan más valor a lo que ellos creen de sí mismos que a lo que otros creen de ellos."

Fuente: “El cociente agallas” de Mario Alonso Puig.  




Mis mejores deseos,


María Victoria 


Te puede interesar No te ates.

Sígueme en Facebook