Artista
Debbie Grayson Lincoln
Este es uno de mis
cuentos favoritos. En ocasiones lo que parece una bendición
acaba convirtiéndose en una pesadilla, mientras que en otras, lo que parece una
desdicha, quizás nos abre nuevas ventanas de oportunidad. ¿Qué tal si no existe nada equivocado y todo es expresión y experimentación?
Una
historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para
cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos
del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su
desgracia, el labrador les replicó: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Una
semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada
de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte.
Este les respondió: ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?».
Cuando
el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se
rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el
labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?».
Una
semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los
jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del
labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte?
¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Fuente:
Tomado del libro “Sadhana, un camino de oración“, del místico y sacerdote
católico Anthony de Mello.
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Éste cuento lo encuentro
muy oportuno para recordar que en entornos de
incertidumbre es mejor mantener una actitud serena sin anticipar que algo en sí
mismo sea bueno o malo, más bien estar abiertos a reconocer lo que se presente
como se presente y a sacarle el mayor beneficio.








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